Probablemente será una ley ineficiente porque como lamentablemente ocurre en bastantes ocasiones en este país, las leyes hacen especial hincapié en establecer medidas intimidatorias en forma de multas más que en concienciar. Multas, bien, pero sin otra serie de actuaciones tales como la educación, la información, se me ocurre por ejemplo la limpieza los domingos de los lugares en donde se han celebrado botellones, no se llegará a ningún lado. Además me pregunto yo si estas multas las van a poner los policías que hay actualmente o destinarán una dotación económica para crear una plantilla de “agentes antibotellón”, si es así ¿irán poniendo multas a los menores como ya ha hecho el alcalde de Madrid con los que no dejan dinero en los parquímetros?
Además la ley no servirá para nada, excepto para llenar más las arcas del estado con multas que no acabarán con el problema, por varios motivos. El primero es el ya trillado argumento, pero no menos válido, de que el consumo de alcohol en nuestro país es algo cultural, esto es cierto porque no sólo los jóvenes beben alcohol, al menos yo veo como numerosos “adultos” frecuentan los bares y más de uno sale contentillo, ¿entonces en un bar si puedo emborracharme y en la calle no, y si en un pub me dan garrafón? Tampoco quiero hacer demagogia, porque es cierto que en los bares y establecimientos en los que se venda alcohol no se les podrá suministrar a los menores de edad. Ahora bien, yo sé numerosas tiendas en las que puedes comprar cualquier bebida independientemente de la edad que tengas. Me estoy refiriendo a “los chinos”, tiendas que están abiertas por la noche y que no se paran a pedirte el carné, como mucho te dicen que guardes la bebida en alguna mochila o similar para no dar demasiado el cante. ¿Les van a meter mano de una vez por todas? Ya veremos.
Como vemos conseguir alcohol no es nada complicado, igual que conseguir tabaco, pero pongámonos en un futuro hipotético: los menores no pueden lograr ninguna botella y además hay brigadas policiales pidiendo el carné a los jóvenes que están bebiendo alcohol en la calle. ¿Se solucionará así el problema? Ahora expongo unas hipotéticas consecuencias de esta situación: los que no puedan conseguir alcohol caerán en el pensamiento de que cuando tengan 18 años van a ponerse hasta el culo y probar todo aquello que les han dejado hacer hasta entonces, siendo peor el remedio que la enfermedad; y aquellos que logren alcohol harán botellones clandestinos, escondidos en lugares fuera del alcance de las “patrullas antibotellón” que merodearán por las calles.
Por todo ello, pienso que esta ley no va a lograr el objetivo que se quiere conseguir que es el de terminar con el consumo de alcohol entre los menores. Una ley en este sentido podría ser válida siempre y cuando pusiera más el acento en la pedagogía y menos en las multas, pero como todos sabemos para algunos la multa es la solución fácil para resolver los problemas, pero por sí sola no soluciona nada, sino que es incluso contraproducente, y mucho me temo que este será el caso.