Joventino se levanta todos los días cuando sale el sol, tiene un cuaderno en el que tiene apuntadas las horas en que amanece y anochece, así que ajusta la alarma de su despertador a esa hora. Según él Dios nos dice cuando debemos estar despiertos y cuando dormidos, de manera que si no estás en la cama de noche estás desafiándolo y te expones a su ira.
Nada más levantarse Joventino desayuna un bocata de mortadela con aceitunas que le deja preparado su madre la noche anterior con un vaso de leche; sí, Joventino vive con su madre ya que el pobre no ha tenido posibilidad de emanciparse porque nunca ha trabajado. Su misión en la vida es entrar en el ejército pero debido a su delgadez, poca fuerza y sus problemas psicológicos siempre ha tenido cerradas las puertas. Pero no desespera y sigue preparándose para lograrlo, desayuna, se da una ducha rápida (porque según él es muy importante ducharse para despejarse y estar fresco para afrontar un duro día) y se va a sudar un poco con sus dos pesas al descampado de detrás de su casa. Si hace calor suele ir en calzoncillos, él quería que su madre le comprara unos pantalones cortos pero esta se negó, le dijo que eso era de gente de mal vivir y que ningún hijo suyo iría jamás con pantalones cortos, son creaciones del mismísimo demonio.
Así que en un acto de valentía y de desafío a su madre iba en gallumbos porque no podía en pantalones cortos, Joventino hacía unos ejercicios con las pesas, daba unas carreritas, unas flexiones y se iba para casa. Se vestía con su uniforme y volvía a la calle a ver qué se cocía en el barrio para ayudar a la gente que necesitara de su ayuda. Como véis no he hablado de ducharse de nuevo, el pobre no se da ni cuenta porque su máxima prioridad en ese momento es embutirse en su traje de general y salir a ayudar a sus vecinos. Ayuda a las viejas a subir la compra a sus casas, una vez bajó una tortuga, que se le había escapado a una niña, de un árbol, ayuda a dirigir el tráfico cuando ve que es necesario, toma nota de las puntuaciones de los viejos que juegan a la petanca... Todo el mundo le saluda, le quieren tanto como los viejos a las obras que nunca faltan en la zona y les mantienen entretenidos; pero hay una persona que le quiere de manera especial, se trata de la Camila, una chavala que se sienta todos los días en el banco del parque para verle pasar y saludarle.
Normalmente Joventino se come una hamburguesa del McDonald porque le han dicho que así engordará seguro (pero ni con esas). Un día la Camila le invitó a comer a su casa, nuestro héroe que no sabe rechazar una invitación se presentó allí, la comida estuvo bien pero lo peor vino después, la Camila se avalanzó sobre Joventino y le intentó meter el hocico:
- ¿Qué hace usté? - le dijo.
- Me gustas campeón, todos los días te espio mientras haces gimnasia y no me puedo quitar de la mente ese paquetón, quiero ver qué escondes dentro de ese calzoncillo - le respondió con voz ronca.
- No la entiendo, señorita.
- Que quiero follar contigo, cojonesssssss, que me pones tó burra cuando te veo.
- Pues no sé, ¿te haré un favor si hago eso contigo?
- Claro que sí machote, enséñame esa verga que quiero que me la metas hasta...
- Vale, vale no sigas, haré lo que me dices puesto que mi deber en la vida es ayudar al prójimo.
Esta fue la primera cita, a partir de aquí todos los días la Camila le enganchaba y se le llevaba a su cueva a follar, quizás esta sea una de las causas por las que Joventino está en los huesos. Por la tarde, según la hora en la que anochezca sigue patrullando por el barrio y a continuación se va a casa a cenar lo que su madre le tenga preparado, mira un rato algunas páginas de guerras y foros sobre la temática en internet y se va a dormir soñando con que algún día será jefe del ejército de su país.